viernes, 3 de marzo de 2006

LAS ESPINAS DE UNA ROSA
(primera parte)

Cuando hay una pregunta bien planteada, al analizar la pregunta, en los mismos elementos de la problemática, se encuentran los elementos de la solución. El factor que genera la gran mayoría de los conflictos es la falta de diálogo.

La relación de amor se sustenta en la capacidad de comunicación de los dos individuos que la constituyen. A mayor comunicación, mayor amor; a menor comunicación, menor amor; y si no hay comunicación, no hay amor. El amor es comunicación, y comunicación no únicamente de tipo intelectual, sino en todos los centros de comando y acción que constituyen una relación; esto es, comunicación intelectual, comunicación emocional, comunicación motríz, comunicación instintiva y, finalmente, comunicación sexual.

Tiene que haber una comunicación total para que se logre, precisamente, la comunicación total; la comunicación espiritual entre dos seres humanos que están realizando un proyecto de vida en común. Indudablemente, cuando hay falta de diálogo se suscita un incremento en la problemática, que puede llegar a las ofensas, y, de hecho, con mucha frecuencia llega a la violencia, sea ésta verbal, psicológica o física.

Lo importante es el diálogo y sus características. La pareja requiere reunirse y dialogar en una forma honesta, porque de nada sirve sentarse a dialogar con la pareja si se va a fingir, si se va a engañar, si se va a mentir, si se va a tratar de disimular. No tiene absolutamente ningún sentido. El objetivo central del diálogo es lograr mayor comunicación, así sea el tema en ese diálogo, la falta de comunicación. Una pareja debe sentarse y comentar por qué se ha perdido la comunicación, por qué se ha perdido el diálogo; a qué se debe esa situación.

Si no hay diálogo, si no hay comunicación, no se podrá resolver nada. Pero no sólo no se va a poder resolver nada, sino que no va a poderse disfrutar nada. La pareja comparte un proyecto de vida, y al compartir el proyecto de vida, comparte todas las peripecias, toda la gama de circunstancias; ya sean puntos de fricción y situaciones difíciles, ya sean situaciones placenteras, ya sean situaciones de alegría, ya sean situaciones críticas, de ansiedad, de angustia, depresión; ya sean triunfos, etcétera.

Vivir en pareja es vivir en un proyecto de vida en común, donde se comparte un proyecto, una gama de experiencias y se va recreando todo ese proyecto de vida a partir de lo que se comparte. El diálogo tiene que ser sin rencores ni recriminaciones y sin culpas. En el diálogo se busca la claridad, poner la problemática sobre la mesa. Una vez que la problemática ha aparecido sobre la mesa, tenemos una visión más clara de lo que constituye la relación.

Así que el primer paso, el primer objetivo, es el diálogo, y el segundo, la reflexión. ¿En qué consiste este segundo paso?. Para que una persona pueda comprender realmente el sentido de lo que se ha dialogado, es imprescindible reflexionar, analizar los perfiles, los matíces, la información que ha surgido a través del diálogo. Una vez que la pareja se sentó y puso sobre la mesa de negociaciones su perspectiva, su visión sobre lo que es la problemática de pareja, se debe comprender que cuando hay un problema en una pareja, el problema no es de él o de ella; no se puede hablar de “tu problema” o de “mi problema”; se habla de “nuestro problema”.

Cuando una persona no alcanza la armonía plena en la relación de pareja, su problema no es personal, el problema es un problema de la pareja; porque basta con que uno no esté bien para que la pareja no esté funcionando adecuadamente. En consecuencia, el primer paso en la reflexión, el primer aspecto que se tiene que cumplir, no es sólo ver la problemática desde “mi” perspectiva, sino incorporar esta problemática también desde “tu” perspectiva; es decir, tenemos que cambiar de silla, intercambiar la información y ver el problema desde la perspectiva de “mi pareja”; ver el problema no sólo desde mi silla, sino cambiar de silla y ver la forma distinta en cómo “tú estás planteando” la problemática. Sólo así vamos a poder reflexionar en una forma total sobre lo que “hemos” dialogado.

Existen las circunstancias “de hecho”; es decir, aquello que constituye el principio de realidad. Y la convivencia implica trabajar y crecer internamente con alguien; de modo que hay que aceptar los hechos y fluir hacia adelante.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tienes razón al decir que la mayoria de los conflictos es la falta de diálogo.

No solo la relación de amor se sustenta en la comunicación, cualquier relación, sea esta de amistad, laboral, familiar u otra, se debe sustentar en el diálogo y el respeto.

Efectivamente en cualquier tipo de estas relaciones, si existe cualquier diferencia, discrepancia o mal entendido, las partes se deben de sentar a dialogar, mi pregunta es, Qué sucede cuándo una de las partes pide ser escuchada y la otra se rehusa?, así será posible el solucionar las diferencias?

La honestidad es básica. En todos los aspectos de nuestra vida, debe de existir la honestidad, Qué sucede si la otra parte, hoy dice estar convencida de ciertos aspectos y al día siguiente, todo cambia?, hay que ser honestos y jamás demostrar aquello que no sentimos o aquello de lo que no estamos convencidos.

Hablas del diálogo en pareja, hablas que el diálogo debe de ser sin rencores, ni recriminaciones, Qué es el rencor? acaso es recordar los errores de la pareja, y en cada ocasión que tenemos recordárselos?, o bien vivir recordandole a aquella persona en lo que ha fallado?. Por supuesto, si no perdonamos de corazón y olvidamos, lo único que provocaremos, es la distancia hacia la otra persona, y aquel que no perdona, conseguirá con cada día que pase, lastimar al ser querido.

La reflexión............., si somos congruentes y honestos, sí nos daremos cuenta que el problema es de dos, jamás en una relación, únicamente una persona es responsable, son las dos. Nuestros actos nos conducen a consecuencias, y no es ni justo, ni válido, sólo decir: Fuiste tú quien hizo o dijo. Habrá que preguntarnos, por qué la otra persona dijo o actuó de tal forma.?

No habría que olvidar que en la relación de pareja, también existe la reciprocidad, no podemos sentarnos a pensar que merecemos todo, ya que la máxima felicidad y gozo de nuestras vidas es el "dar", y no hablo de cosas materiales, acaso tiene precio el que alguien ore por nosotros?........No lo tiene. En las cosas más sencillas, se encuentra la esencia de nuestras vidas.

Esperaré la segunda parte de esas espinas.