martes, 7 de marzo de 2006

LAS ESPINAS DE UNA ROSA
(tercera parte)

El amor es el supremo acto gratuito por excelencia: “Te amo por el gusto de amarte. Te amo por compartir contigo lo que tengo”; pero nunca “Te amo porque te necesito”. En eso, hemos caído ya en una dependencia emocional y aquí es donde se generan los celos. Los celos son literalmente una enfermedad emocional. Los celos no son una respuesta sana y natural; los celos son un condicionamiento muy profundo en muchísimas personas y llevan al deterioro más seguro de la pareja. Esto requiere de una comprensión muy especial del manejo de las emociones.

Difícilmente una persona va a poder corregir hábitos mentales negativos y emociones negativas si no tiene un conocimiento adecuado de sí mismo. Hay un conocimiento sistemático del ser que permite que toda persona se libere de las emociones negativas, pero esto requiere verdaderamente de un estudio de sí mismo o, en ocasiones, también , terapias.

El hecho de vivir implica, en algunas ocasiones, un cambio de dirección en la proyección de la vida. Pero si se han invertido tantos años, tanta energía, tanto esfuerzo, incluso tanto dinero en una relación de pareja, ¿por qué no considerar todas las posibilidades para resolver cualquier desaveniencia y superarla?. Frente a una problemática, lo que se tiene que hacer es dialogar, intercambiar puntos de vista. Implica un cambio de silla, una valoración del otro punto de vista, sin lo cual jamás se podrá comprender la apreciación de la otra parte y, en consecuencia, no se podrá encontrar la solución real a un problema que no estamos pudiendo plantear con objetividad.

Dialogar es cambiar de silla: “Ponte en mi lugar, ponte en mi circunstancia; imagínate tú como te sentirías si hubieses vivido las experiencias que yo viví. Interiorízalo, date tiempo para imaginar la circunstancia, para sentir las emociones, para poder ver con claridad lo que yo viví, desde este lado...” De igual forma, el otro también tiene que realizar el esfuerzo por vivir y comprender las circunstancias en las cuales la otra persona actuó como actuó, las experiencias que vivió, los miedos que tuvo, los resentimientos que la abarcaron, las culpas, etcétera.

Cualquiera que sean las circunstancias: las presiones económicas, el trabajo exacerbado, la falta de sueño; un sinnúmero de circunstancias que van alterando a una persona y que de pronto la conducen a actuar en una forma en que no necesariamente esa misma persona quisiera actuar. ¿Cuántas veces no hemos actuado en una dirección y nos hemos arrepentido de haber actuado como actuamos?. Desde luego, las circunstancias han cambiado; quizá cuando actuamos así había todo un cuadro de predisposición para actuar de esa manera; estábamos bajo una presión de trabajo; bajo una inseguridad creciente, tal vez; bajo un agotamiento; o bajo “x”, “y” o “z” circunstancias que de pronto nos conducen a actuar en una determinada dirección.

Otra característica del diálogo debe ser la honestidad. Sin este elemento, todo intento es vano y toda relación es inútil. ----¿De qué me sirve a mí estar viviendo con un fantasma, con alguien que desconozco: desconozco sus acciones, sus pensamientos, sus emociones; con alguien que miente?. No tiene absolutamente ningún sentido.---- En casi todas las parejas hay distintos índices en la porción de mentira. En casi todas las parejas hay un sinnúmero de mentiras. Uno de los grandes trabajos a realizar en una relación de pareja es ir despejando estos índices de mentiras y poco a poco ir acercándonos hacia una verdad tangible.

Cuando una pareja atraviesa una crisis y se sientan a dialogar, ahí hay una gran oportunidad para dialogar al desnudo, de verdad, entregándose en cuerpo y alma, con un solo objetivo: la búsqueda de la verdad; clarificar la situación. No hay nada más hermoso que aceptar un diálogo bajo las premisas de la honestidad. Siempre se encontrará una gran paz. No importa, todos podemos equivocarnos; todos, de hecho, nos equivocamos. Nos equivocamos con más frecuencia de la que quisiéramos. La diferencia entre un hombre sabio y un hombre necio es que el hombre sabio aprende de sus errores y no los vuelve a cometer, mientras que el necio no aprende nada del error y lo comete una y otra y otra vez.

Un hombre sabio no es aquel que no comete errores. Un hombre sabio es aquel que comete errores diferentes, porque de los errores que ya cometió, ya aprendió y no los vuelve a cometer; ahí está la sabiduría. Mientras que el necio comete siempre los mismos errores. Camina sobre un rodillo, que es el rodillo de su propia deshonestidad frente a sí mismo. Si podemos vernos con la cara al desnudo; esto es, de reconocer el error, entonces estamos en posibilidad de aprender de él y, genuinamente, de cambiar.

Cuando el diálogo está basado en la mentira, no resolvemos nada. De hecho, complicamos más el problema anterior porque no sólo se cometió un error, sino que de hecho, se comete un segundo error que es mentir para ocultar o disimular o atenuar el error cometido anteriormente. No estamos comprendiendo la lección; no estamos comprendiendo la experiencia en nuestra propia vida. La sabiduría es cometer errores distintos porque he aprendido de mis errores. Pero si quiero aprender de ellos tengo que verlos con absoluta honestidad, con absoluta claridad.

No se debe tener miedo a poner el dedo en la llaga, a ubicarla, a ver su profundidad, porque es la única forma de sanarla, de resolverla. No hay nada más hermoso que la verdad, por terrible que ésta nos pueda parecer desde la perspectiva de la falsa personalidad, de nuestros miedos, de nuestros condicionamientos, etcétera. Una vez que hemos tocado fondo, se experimenta un gran alivio. Pero esto conlleva a otro elemento importantísimo: disfrutar la propia verdad. Si esta condición es mutua, entonces sí existe la posibilidad de un genuino arreglo en la pareja, de un genuino acuerdo y de una transformación de vida.

Nadie en su sano juicio puede esperar que su pareja sea perfecta. La relación de pareja es, precisamente, una relación de perfeccionamiento mutuo, de crecimiento mutuo. El genuino amor es el aceptar a nuestra pareja tal como es. Pero el primer paso para poder aceptar a mi pareja tal como es, con sus posibilidades y sus limitaciones es, primero, saber cómo es; esto es extraordinariamente importante.

Si una persona advierte que su pareja miente, entonces no hay posibilidad de solución de nada, porque nada puede edificarse con base en la mentira. Por dolorosa que sea la verdad o que pueda parecernos, al final es gratificante, es hermoso; la persona alcanza el límite de la paz interna, porque su relación de pareja está basada en la honestidad. Una crisis de pareja siempre nos permite vernos de cuerpo entero, completamente tal cual es, en una relación de espejo. Por supuesto, el diálogo no se puede realizar enjuiciando a nadie, no se trata de la oportunidad de echar las culpas y destacar santidades; simplemente se deben describir los hechos tal y como ocurrieron y verlos con claridad, la verdad al desnudo.

Una vez que esto ha ocurrido así, se deben buscar las posibles soluciones. El diálogo no puede ser incriminatorio, no puede ser culpabilizante porque es un diálogo; una cosa es dialogar y otra es acusar; una cosa es dialogar y otra cosa es recriminar; una cosa es dialogar y otra es culpabilizarse; una cosa es dialogar y otra experimentar resentimiento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En todas las manifestaciones del amor, sea de pareja, de padres a hijos, de amistad, etc., se ama por gusto, porque se siente; a un niño no le puedes decir "si sacas malas calificaciones ya no te voy a querer", o bien "si te portas bien te voy a querer mucho", simple y sencillamente se le quiere por ser él o ella.

Én el amor de pareja, se ama porque se quiere, pienso que no puedes preguntarte, ¿por qué lo (a)amo? simple y sencillamente se ama.

Anónimo dijo...

Una vez que en lo individual soltamos el ego y la soberbia, y nos sentamos a dialogar, y escuchamos a la otra parte, ciertamente aceptando sus circunstancias, y a la vez aceptando nuestras responsabilidades, pasaremos a la reflexión.

En esta etapa, efectivamente se analizarán las opciones que más le convienen a la pareja, en este momento también tenemos que reflexionar hasta dónde estaremos dispuestos a cambiar tal o cual actitud negativa de nuestra parte, y si podremos continuar luchando por esa relación.

Si ya no estamos dispuestos a continuar, hay que ser honestos, primeramente con nosotros y con la pareja, y enfrentar la verdad por dolorosa que esta sea, a la larga lo que más lástima son las mentiras, la incertidumbre, no podemos jugar con los sentimientos de nadie.

Ahora bien, si ya reflexionamos y estamos dispuestos a seguir adelante, hay que dar todo para seguir unidos.