domingo, 24 de marzo de 2013

Historia Visual.


La balanza del Tiempo.


(Cinco de la mañana) Me despierto tres horas después de la hora en que ayer me dormí. El equilibrio se ha restablecido por medio de la báscula. ¡Pero qué diversas son las sensaciones, a despecho de todas las semejanzas aparentes!. ¡Cómo la lámpara de la noche alumbra a un hombre distinto del que alumbró la lámpara de la mañana!. ¡Qué diferente es el estado de vigilia cuando termina el día a cuando le comienza!

La velada prolonga la excitación, la expansión, la imaginación, el alma, en toda su multiplicidad y vivacidad; el insomnio matinal es la calma, la meditación y la concentración, el alma en toda su simplicidad y recogimiento. Una es calor y el otro frescor. En la primera producimos, y en el segundo recibimos; en aquélla se vive, y en éste se siente vivir.

Oigo a mi corazón y mi reloj marcar la fuga de los segundos, y a lo lejos resuena el sordo ruido de los neumáticos sobre el asfalto. Ésta es la hora en que el alma escucha, la hora de la plegaria y de los pensamientos elevados, la hora de lo infinito y lo eterno; en ella, con perfecta sabiduría psicológica, se eleva la voz del profeta, las campanas de todos los conventos y las diversas llamadas de todos los cultos, invitando al humano a elevarse hasta Dios en esta hora matinal.

Sólo en este momento habla aislada la voz de la conciencia; más tarde se van despertando otras voces. Vida eterna (profundidad), vida particular (actividad), y vida universal (extensión), estoy en lo cierto, ése es el ritmo regular del día entre dos sueños; es decir, el ritmo de la vida consciente, espiritual y responsable. Arrancar uno de esos períodos es una mutilación, en tanto que extender sucesivamente cada uno de ellos sobre los otros dos, es un derecho y a menudo un deber.

(Siete de la mañana) Me maravillo siempre de la diferencia que hay entre nuestras disposiciones interiores de la noche y las de la mañana. Por la noche veo negro lo que a la mañana veo rosa. Las pasiones que imprimen su influencia por la noche, dejan por la mañana que impere la parte contemplativa del alma. Lo que parece imposible a unos parece fácil a los otros. Todo el ser irritado y distendido por la excitación nerviosa del día llega por la noche al punto culminante de su vitalidad humana; el ser, aplacado y reposado por la calma del sueño, está por la mañana más cerca del cielo, más benévolo, mejor. Es preciso haber pesado una resolución en esas dos balanzas y haber examinado una idea con esas dos luces para reducir las probabilidades de errar y tomar la observación media de nuestras oscilaciones diurnas. La vida interior describe curvas regulares análogas a las curvas barométricas, independientemente de las perturbaciones accidentales que las tempestades diversas de los sentimientos y de las pasiones puedan levantar en nosotros. Cada alma tiene su clima, y es un clima; su meteorología, podemos decir, está comprendida en la meteorología general del alma; la psicología, por lo tanto, no podrá constituirse definitivamente antes que lo sea la fisiología de nuestro planeta, ciencia a la que damos ahora el nombre insuficiente de la física del globo...

Ha llegado el día, que trae consigo la dispersión en la acción y me siento desimantado; la perspicacia pura deja su lugar a la mirada, y la profundidad etérea del cielo de la contemplación se desvanece ante el brillo de las cosas finitas. Prueba que las horas más a propósito para la fenomenología son las que preceden al alba.