lunes, 31 de diciembre de 2012

Petición al Año Viejo...


"¡¡Adiós 2012!!.  Y gracias por tu ayuda.  Espero que 2013 será tan bueno para mí como lo fuiste tú.  No aparezco en las listas de la gente famosa ("Quién es Quién"), pero sí en la lista de los que aún siguen vivos, lo cual es más importante.  Quiero agradecerte por ello, 2012; podría tan fácilmente haber sido una historia muy diferente.

¿Tienes alguna influencia sobre 2013?...  ¡Ejércela!, ¡Bien!.  Y, por favor, hazme un favor más y pídele que me otorgue las mismas oportunidades.  Sabes que probablemente enfrentaré momentos difíciles, que mi corazón podría sufrir, mi salud quebrantarse, mis seres queridos alejarse y que mi paz interior, mantenida bajo tu reinado, podría romperse en algún momento del 2013; así que pídele que mantenga mi suerte calientita, lista, a fuego lento, hasta que la necesite.

Nuevamente, 2012, ¡gracias por tu ayuda!. Que Dios te bendiga, año 2012."

lunes, 24 de diciembre de 2012

¡Feliz Navidad!


domingo, 16 de diciembre de 2012

Historia Visual


La Gran Revelación II


Las revelaciones de los libros sagrados de las culturas ancestrales, sean verdad indiscutible y científicamente comprobada por nuestras investigaciones, sea que una comunicación interplanetaria o una declaración de un ser sobrehumano no permita dudar más de su autenticidad, ¿qué influencia tendrían en nuestra vida?. ¿Qué transformarían, qué elemento nuevo traerían a nuestra moral y a nuestra dicha?. Muy poca cosa, sin duda, porque pasarán muy alto y no descenderían hasta nosotros, ni nos tocarán; nos perderemos en su inmensidad y, en el fondo, sabiéndolo todo; no seremos ni más felices ni más sabios que cuando nada sabíamos.

No saber a qué ha venido a la Tierra, he aquí la preocupación constante del ser humano. Y lo más probable es que la verdad real del universo, si la llegamos a saber algún día, será tan parecida a alguna de las revelaciones que, pareciendo enseñarnos todo, no nos enseñan nada. Tendrá al menos todo el carácter humano. Necesitará ser tan ilimitada en el tiempo como en el espacio, tan común y tan extraña a nuestro sentido como a nuestro cerebro. Cuanto más inmensa y alta sea la revelación, tanto más estará condicionada a ser cierta; y cuánto más se aleje de nosotros, tanto menos interesará. Nosotros ni siquiera podemos salir de este dilema: las revelaciones, las explicaciones o las interpretaciones muy pequeñas tampoco satisfarán porque las consideraremos insuficientes, y las que fueren muy grandes pasarán muy lejos de nosotros para atestiguarlas y alcanzarlas.

Todos sabemos que vivimos en el infinito; pero para nosotros este infinito no es más que una palabra seca y desnuda, un vacío negro e inhabitable, una abstracción sin forma; una expresión muerta que nuestra imaginación no reanima un momento, sino al precio de un esfuerzo agotante, solitario, inútil e infructuoso. De hecho, nos hemos estancado en nuestro mundo terrestre y en nuestros pequeños tiempos históricos, y cuando más levantamos los ojos hacia los planetas de nuestro sistema solar y ponemos nuestro pensamiento de antemano decepcionado, hasta las épocas nebulosas que precedieron la aparición del ser humano sobre la Tierra. De repente volteamos y deliberadamente tornamos sobre nosotros mismos toda la actividad de nuestra inteligencia y por una desgraciada ilusión óptica, cuanto más pierde su campo de acción, más creemos que lo profundiza. Nuestros pensadores y nuestros filósofos, temerosos de extraviarse como sus predecesores, no se interesan más que en los aspectos, en los problemas, en los secretos menos discutibles; pero si son los menos discutibles también, son los menos elevados y el ser humano se convierte en objeto de sus estudios, pero sólo como animal terrestre.

Hay una multitud de iluminados, más o menos inteligentes, las jóvenes y las señoras desequilibradas; los ingenuos que adoptan por anticipado y ciegamente lo que no comprenden; los descontentos, los guasones, los vanidosos, los ingeniosos que pescan a río revuelto; y en una palabra, toda la turba que se aglomera alrededor de toda doctrina, de toda ciencia, de todo fenómeno un poco misterioso, para desacreditar las primeras interpretaciones esotéricas, cuyo origen también, no está muy claro.

En el fondo, no estamos aclarando el enigma del misterio primordial, todo lo demás no se aclara más que por grados que parten del conocimiento relativo a la ignorancia absoluta. Es probable que será lo mismo para todas las revelaciones que se dirijan a la inteligencia humana mientras que viva sobre este planeta, porque la inteligencia tiene límites que ningún esfuerzo podrá traspasar. Mientras tanto, es cierto que estos grados, que no conducen a nada, en verdad lo han colmado y, desde los primeros días, conducido al más alto punto que haya esperado, y que pueda esperar alcanzar. La más antigua explicación abraza desde el primer golpe todos los ensayos de explicaciones propuestas hasta ahora. Concilia el positivismo científico con el idealismo más trascendental; admite la materia y el espíritu, concede la impulsión mecánica de los átomos y de los mundos con su dirección inteligente. Nos da una divinidad incondicional, acusa sin causa de todas las cosas, digna del universo, que ella misma es y de las que la han sucedido en todas nuestras religiones, no son más que miembros esparcidos, mutilados y desconocidos. Ella nos ofrece, por fin, a través de su ley de Karma, en virtud de la cual cada ser lleva en sus vidas sucesivas las consecuencias de sus actos y se purifica poco a poco; el principio moral más alto, el más justo, el más invulnerable, el más fecundo, el más consolador y el más lleno de esperanzas que sea posible proponer al ser humano. Por cuya razón parece que todo amerita que se le examine, que se le respete y que se le admire.



sábado, 15 de diciembre de 2012

Historia Visual.


La Gran Revelación


Desesperamos por llegar a conocer el origen del universo, su fin, sus leyes y sus intenciones, y concluimos por dudar que las haya. Más sabio sería decirnos humildemente que aún no estamos en aptitud de concebir tales ideas. Es probable que si mañana se nos entregase la clave del enigma, nos sucedería lo que a un perro al que se le enseña la llave de un reloj de la que no comprenderá su uso. Revelándonos su gran secreto, no nos enseñaría gran cosa; o al menos, tal revelación, no tendría más que una influencia insignificante en nuestra vida y en nuestra moral; en nuestra felicidad, esfuerzos y esperanzas, porque al extender sus alas se cernería a tal altura que nadie la percibiría y sólo despejaría el cielo de nuestras ilusiones religiosas dejando en su lugar el vacío infinito del éter.

Por lo demás, nadie ha dicho que no seamos poseedores de esa revelación, porque es posible que las religiones de los pueblos desaparecidos, como Lemures, Atlántida y otros más la hayan conocido; y que nosotros descubramos los escombros en las tradiciones esotéricas llegadas a nuestro conocimiento. En efecto, no hay que olvidar, que al lado de la historia secreta de la humanidad que saca la sustancia de sus leyendas, de los mitos jeroglíficos y monumentos extraños; de escritos misteriosos y del sentido oculto de los libros primitivos. Es muy seguro que si la imaginación de los intérpretes de esta historia oculta es a menudo atrevida, todo lo que afirman no es desdeñable y merece ser examinado más seriamente de lo que ha sido hasta ahora.

Los iniciados siempre han considerado cada continente como un ser sometido a las mismas leyes que el ser humano. Para ellos, los minerales constituyen la osamenta; la flor, la carne; la fauna, las células nerviosas; y las razas humanas, la sustancia gris del cerebro. Este continente no sería más que un órgano de la Tierra del que cada ser humano sería una célula pensante y de los que la totalización de los pensamientos humanos expresarían el pensamiento general. La Tierra misma, no sería más que un órgano del sistema solar considerado a su vez como individuo, y nuestro sistema solar también no sería más que un órgano de otro ser del infinito, del que la estrella Alfa de la constelación de Aries vendría a ser el corazón. En fin, por una síntesis última, se llega al Cosmos, que expresa la totalización general de todo, en un ser del que el cuerpo es el mundo; y el pensamiento, la inteligencia universal, divinizada por la religiones.

La evolución universal es una cadena sin principio ni fin, en la que desaparecen los eslabones, uno a uno, en el campo de nuestra conciencia. No hay muerte ni disolución, más que desde el punto de vista individual. La oscuridad es la recompensa de la luz; la tarde compensa la mañana; la vejez es el precio de la juventud; y la muerte es el reverso de la vida. En realidad, sin embargo, toda evolución es continua al mismo tiempo que interrumpida. Es el acceso directo a la ley del Karma, la más admirable entre los descubrimientos morales, porque representa la libertad abstracta; y basta para libertar la voluntad humana de todo ser superior y del infinito. Somos nuestros propios creadores y únicos señores de nuestro destino: nadie más que nosotros se recompensa o se castiga; no hay pecado sino solamente consecuencias; no hay moral, sino únicamente responsabilidades. En virtud de esta ley soberana, el individuo debe renacer para cosechar lo que ha sembrado.



sábado, 17 de noviembre de 2012

Historia visual.


El contenido de las cartas.


Fragmentos de la Megacarta
(escrita en algún momento del siglo pasado)

“Escribir. Esgrimir la pluma sobre el papel y continuar con esta aventura anímica por demás que significa traducir en signos de lenguaje mis ideas de lenguaje. Ante todo, expresarme; ese es mi reto. Remover la cabeza, el cerebro, organizando y comprendiendo las impresiones, las emociones, las visiones, las ideas y las conclusiones, para después practicar la sencillez y la claridad, al momento de escribir mis ideas y mis mensajes.

Confieso que no siempre logro escribir con sencillez y claridad, y siempre me sorprende y me emociona la gente que se expresa con maestría y estilo propio como tú--. Mi escritura, como mi lenguaje, son los verdaderos reflejos de mi pensamiento. Se notan tan estables o inestables como mi espíritu; y al fin corresponden exactamente a mi estado anímico, a mis esperanzas, mis decepciones, mi felicidad o mi amargura.

Como sea, la escritura significa para mí una de las formas más contundentes de desarrollo y crecimiento. Puedo decir que ha sido, y es, mi tabla de salvación. A través de las letras ha tomado forma una parte fundamental de mi persona y representa una de las ventanas de expresión y desahogo de mi alma. Y no solamente en desahogo; también en medio de comunicación y uno de los vínculos más estrechos con los que busco y puedo unirme a las personas que me son importantes. Sea pues, aceptada esta escritura, como una parte de mí y de mi cariño y amor.

Escribo esta serie de notas con el ferviente deseo de estar junto a ti cada vez que las leas; con la firme decisión de acompañarte y el contundente convencimiento de que sientas el calor de la parte de mi amor que para ti se vierte en cada letra. En otra dimensión, también escribo para ti, acaso escribiendo para mí, para sentirte cerca cada vez que lo hago; ya que la única forma de apoderarnos hondamente de los seres, de las cosas y de los ambientes que tratamos, usamos y amamos es volviendo a ellos a través del recuerdo, o inventándolos al darles un nombre, o al escribir para ellos o sobre ellos.”
[...]
“Pienso brevemente en los meses o años previos a nuestro encuentro. Vidas en desarrollo, fabricando y matizando circunstancias. Pero al mismo tiempo, en el pozo profundo de nuestras esencias, algunos elementos maduraban en soledad, esa soledad, atributo de todo lo precursor. No existe otra clave más clara para explicar y entender la chispa surgida de la “feliz circunstancia” que significó nuestro encuentro.

Ahora sabemos que la emoción pasa por la abstracción y que el análisis sirve a la pasión. La pasión sirve y estimula la reflexión, cuyas complejidades y matices permiten a las impresiones, convertirse en ideas. El fundamento de nuestro trato es el diálogo, el arte del debate profundo, que lleva a la reflexión más densa. Transcurrimos con sutileza del juego intelectual al debate filosófico, el cual se eleva cada vez; el pensamiento surgido de nuestro diálogo se generaliza; entonces las explicaciones sobre las nimiedades se anulan frente al gran pensamiento de nuestras reflexiones, nuestros comentarios y nuestras conclusiones.”




lunes, 29 de octubre de 2012

Historia visual.


Al amparo de la Naturaleza - (anotaciones de un paseo por el campo)


El ser humano puede vivir en la sombra, pero allí pierde a la larga su sonrisa y la enérgica confianza de sí mismo. Por eso, es mejor vivir al amparo de la naturaleza, en el mayor contacto posible con el planeta. El cielo abre sus perspectivas hasta los límites del horizonte azul, hasta las extremas latitudes en donde se extienden la gloria y la bondad de Dios; y todas las flores abandonan los jardines, las rocas y los llanos para precipitarse en el torrente de alegría que las atrae en el espacio.

Las manzanillas se vuelven locas y tienden durante seis semanas, a ser invisibles prometidas de los enormes ramos redondos como broqueles de nieve radiante. La escarlata y la tumultuaria bugambilia cubren las ventanas de las casas semejando un alineamiento de llamas. Las rosas amarillas tapizan las colinas de velo azafranado; las rosas encarnadas, la bella rosa inocente de los primeros pudores, inundan los valles, como si los divinos lampos de la aurora, en donde se elabora la carne ideal de las mujeres y de los ángeles se hubieran desbordado por el mundo. Otras asaltan los árboles, escalan los pilares, las columnas, las fachadas, los pórticos; se lanzan y retumban, se despiertan y precipitan multiplicándose; se agrupan y suponen como racimos embriagantes que fermentan silenciosos entre pétalos apasionados.

Perfumes innumerables, diversos e intensos, circulan en un mar de alegría como las ondas que jamás se confunden y que por eso pueden reconocérselas en cada inspiración de sus movimientos. He aquí un torrente verde y fresco de geranios, la fuga de clavos y alelíes; el río torrencial de la clara y leal alhucema y el espliego; y por último, ese mantel que cae en forma de cascada hirviente de los azahares, cuya fragancia trasciende a inocencia, a timidez y a juramentos cumplidos, de que el verde intenso en que se sumerge la campiña forma el fondo más hermoso.

No creo que haya cosa más bella en el mundo que esos jardines y vallados de la Provenza marítima durante las seis o siete semanas en que se aleja la primavera y al hacerlo mezcla aún sus perfumes con los primeros ardores del estío que llega. Lo que da a esa milagrosa alegría un tinte melancólico que no se podría hallar en otra parte, es la soledad ascética y casi dolorosa en que ella se descoge. Hay, allá en el desierto, en el silencio y más bien en el vacío, emparrados en las terrazas de los pórticos de las mil millas abandonadas, una emulación de la belleza, que llega hasta el sufrimiento agudo del dolor, hasta el impulso de todas las fuerzas, de todas, las formas y de todos los colores.

Hay también, una especie de prodigiosa palabra de orden, como si todas las energías de la gracia y el esplendor que envuelven a la naturaleza, se hubieran coaligado para dar en un mismo instante a un testigo que no conocen los humanos, una prueba, única y decisiva, de la beatitud y las magnificencias de la tierra.  Hay, por último, una especie de espera inaudita, solemne y tediosa que, por encima de las cercas, tapias y muros, acecha la llegada de un gran Dios; un silencio de éxtasis que exige una presencia sobrenatural, una impaciencia exasperada e insensata que por todas partes se esparce por las rutas por donde no pasa más que el cortejo mudo y transparente de las horas.

Cuántas bellezas se pierden en este mundo. Veamos de qué hemos de nutrir nuestros ojos hasta la tumba. Veamos cómo cosechar los recuerdos que sostendrán nuestras almas hasta su última morada. Veamos cómo nutrir a los millares de corazones con el supremo alimento de la vida.

En el fondo, cuando soñamos, todo lo que hay de mejor en este mundo que encierra nuestro pecho, todo lo que hay de puro, de dichoso y de límpido en nuestra inteligencia y en nuestros sentimientos, toma su origen en algunos espectáculos hermosos. Si no hubiéramos visto nunca cosas bellas, no tendríamos más que pobres y siniestras imágenes para adornar nuestras ideas que perecerían de frío y de miseria, como las de los ciegos. La gran ruta que emerge desde todos los planos de la vida hasta las diafanías de la conciencia humana, sería tan vaga, tan desnuda y tan desierta, que nuestros pensamientos perderían muy pronto la fuerza y el brío que les son necesarios; porque en donde no imperan los pensamientos no tardan en aparecer las espinas y el abrojo horroroso del bosque bárbaro. Un bello espectáculo que pudiéramos haber visto, que nos perteneciera, que pareciera llamarnos y del que hubiéramos huido, no se reemplaza nunca; porque nada crece en donde nada se siembra, y deja en nuestra alma un gran círculo estéril en donde sólo hallaríamos espinas el día en que quisiéramos cosechar rosas.

Nuestros pensamientos y nuestras acciones impulsan sus energías y sus formas hacia lo que habíamos contemplado. Entre el gesto heroico, y el deber cumplido; el sacrificio noblemente ofrecido y el bello paisaje alguna vez contemplado, hay a menudo lazos muy estrechos y vívidos, tanto o más, que los retenidos por nuestra memoria. Y, por tanto, cuantas más bellezas contemplamos, más aptos estaremos para hacer cosas buenas, lo cual quiere decir, que para la prosperidad de nuestra vida interior, se necesita un conjunto armonioso de admirables despojos.



domingo, 28 de octubre de 2012

Historia visual


El Sentimiento.


¿Qué es el sentimiento?. Es el vínculo de la vida de la sociedad, del amor, de la amistad. Es el que une el hijo a la madre, el ciudadano a la patria. Es, sobre todo, poderoso en el ser unido a la naturaleza. La disipación, los placeres de los sentidos, embotan la delicadeza; pero en el infortunio, el ser humano vuelve a encontrarlo siempre: este agente consolador no nos abandona enteramente más que con la vida.

¿No queda claro todavía?. Sube a cualquier montaña que encuentres a tu paso, observa al sol elevándose gradualmente, llevando el consuelo y la esperanza a los pobladores de los campos. Que el primer rayo que lance sea recogido por tu corazón. Recuerda bien las sensaciones que sientas. Luego, desciende a la orilla del mar; observa al mismo sol en su caída, precipitarse con majestad en el seno del infinito: la melancolía te dominará y te podrás abandonar a ella. Nada se resiste a la melancolía de la naturaleza. Extravíate en el campo, refúgiate en la modesta cabaña del pastor; pasa ahí la noche, descansando sobre pieles curtidas, el fuego a tus pies. ¡Qué momentos!. Llega la media noche; los animales de los alrededores salen para pacer; su balido se confunde con la voz de sus pastores: es media noche, no lo olvides. ¡Qué momentos para entrar en el propio ser interior y meditar sobre el origen de la naturaleza, gustando las delicias más exquisitas!.

No es absolutamente humano quien no haya gustado la dulzura, la melancolía, los estremecimientos que inspiran la mayor parte de las vivencias. Pero muchos se quejan de la naturaleza y aún se preguntan por qué han nacido. Sufren con impaciencia males pasajeros, y corren con furor tras los vacíos de la vanidad, de las riquezas. El ser humano considera hermoso rodearse de todos los bienes de la fortuna; desde que sus sentimientos huyen de su corazón, el aburrimiento se apodera de él; la tristeza, la negra melancolía, la desesperación, se suceden, y si este estado perdura, llega la muerte.

Por el sentimiento, gozamos de nosotros mismos, de la naturaleza, de la patria, de los semejantes que nos rodean. Nos hace conmovernos ante el aspecto de las diversas alternativas de la vida. Si el sentimiento nos transforma en amigos de lo bello, de lo justo, nos subleva asimismo contra el opresor y el miserable. ¿Algo o alguien te inspira respeto, confianza?. Son el respeto y la confianza del sentimiento.

Puesto que para ser feliz es preciso sentir; puesto que el sentimiento es la conmoción que nos afecta tan deliciosamente ante las perspectivas variadas de la naturaleza; puesto que el sentimiento nos une al país, nos inspira el amor, la amistad, la gratitud; puesto que es el vínculo que une al ser humano a la inteligencia superior, al individuo a la sociedad, el humano al humano; en consecuencia, por él y para él vivimos. Por tanto, se debe buscar, sobre todo, desarrollarlo, hacerlo crecer según el impulso del bien natural. Evitarás los obstáculos de toda especie que lo apagan o destruyen y hacen del individuo un ser ficticio, secundario, instrumento de otro, y, desde entonces, de su desgracia.

Pero ¿qué sentimientos se le deben inspirar?. Los de la naturaleza. Una mujer es necesaria en la condición de la organización animal de la especie; pero lo es mucho más para el complemento y la satisfacción del sentimiento. Es la compañía de la naturaleza, hecha expresamente, modificada expresamente; que la reciba, por lo tanto, como tal y que, identificándola con su ser, llegue a serle inseparable. Que su corazón se expanda en su otro yo. Cuanto más fuertes sean contra los deseos desordenados, uno y otra serán más sensibles a los encantos de la vida. La dulzura de la unión corregirá las severidades de la quimera, hará más tierna la melancolía, los goces más variados, el sentimiento más abundante y más fértil aún.

Pero actualmente, la imaginación desordenada es la causa y la fuente de todos los males de la especie humana. El individuo desdichado y caprichoso no puede ser bueno. ¿Sabes a dónde conduce la rebelión contra los decretos de la naturaleza?. Al desorden más horrible, a la disipación reflexiva, algunas veces a la hipocresía más odiosa. La inquietud, el disgusto, la enfermedad, la muerte desoladora de la soledad, son la herencia de quien no se desarrolla con el ritmo de la naturaleza, dado que viola las leyes primordiales. Nacemos desiguales en medios, sin duda, pero iguales en derechos. Si adoptas cualquier otro principio verás destruirse la planta humana, languidecer en la angustia y no tener de la naturaleza más que el rostro.

Es preciso hablar al sentimiento su lenguaje. Sin fuerza, sin energía, no hay virtud ni felicidad. La música nace con el ser humano y, como la mayor parte de las artes, se perfecciona con la sociedad, se corrompe con ella, se regenera con ella; la música es a la vez un beneficio del sentimiento, como un medio para regirlo. A toda edad, en todas las situaciones, aún entre los animales, la música consuela, regocija, conmueve agradablemente.

El sembrador une su voz rústica al silbido del pájaro pequeño, su alma se expande, sea que él cante sus amores, sus deseos o sus desgracias, su trabajo, y con ello el fardo de sus penas se encuentra aligerado. No debemos, por tanto, proscribir a la música, esta tierna compañera del ser humano emocionado, esta inspiradora del sentimiento. Que aumente ella aún el número de sus goces y que, saboreando a pequeños sorbos todos los encantos de la melodía, el individuo se convenza más íntimamente de las delicias del sentimiento, de la felicidad de la vida campestre, de la inocencia de la primera edad.

Si las naciones tienen el sentimiento depravado, todos los absurdos encuentran crédito, todos los crímenes encuentran defensores. Religión, legislación, moral, derechos, todo es un caos. Que todas nuestras instituciones no tiendan sino a depurar de toda introducción extraña a este sentimiento de la conciencia, y él sabrá conducir a los individuos a la virtud y a la felicidad. Nada de código moral, nada de catecismo de probidad; no son más que palabras que es preciso enseñar a los pueblos; el sentimiento natural es el que hay que impedir que se corrompa.



Historia Visual.


El Beso: una cópula de primer grado.


Los besos... Un beso es un impulso del amor, una señal de cariño, de amistad y de respeto; la caricia suave y cálida que representa el roce de los labios. La unión de las bocas atomiza toda la comunión que enriquece a dos vidas y que enriquece a la experiencia. ¿Te has puesto a evaluar de qué modo la emoción, la ilusión y la energía, nacidas de la unión, enriquecen e influyen a diario, aún a las realidades que, en teoría, deberían contradecir?. Esto sólo es posible porque entre dos personas existe el amor, cuando avanzan cada día, en comunión, y la marca de ese paso se convierte en indeleble en el alma, y vibra por la intensidad y la grandeza de los besos.

¿Cuánto no se puede escribir acerca de los besos y su mágico efecto?. Te lo había dicho ya: La cópula comienza en los besos. El impulso amoroso focaliza la fuerza del instinto en la boca. El roce de los labios representa la primera de las caricias que contiene a la piel, la tersura de la mucosa labial y el primer paso hacia las entrañas del ser amado. De qué manera trastorna a los sentidos en un goce infinito la suavidad, la calidez y la humedad que une a dos torrentes conectados por la pasión y dirigidos por el amor y el cariño.

Y comienza la cópula de primer grado, fabulosa, emocionante y cada vez más intensa. Como toda cópula, la unión y el intercambio se complementan con la proximidad exigente, las caricias desatadoras de sensaciones, los abrazos que pretenden la ocupación de un mismo espacio y el roce de los rostros que desata con su calidez a los aromas que crean una atmósfera de amor cada vez más demandante. La intensidad crece y la unión bucal se intensifica: las mandíbulas fervientes establecen un ritmo lleno de sincronía con los labios hechizados de avidez y con la sensibilidad multiplicada que sirve de motor a la cálida humedad en la que viaja el aliento.

Piel, labios, lengua, encías, paladar, saliva; todos ellos buscan a su pareja en la boca del otro. Y hasta los dientes participan con gran emoción que de manera sutil también acarician, con su naturaleza, a los labios intensos y apasionados del amante, a veces provocando heridas gozosas y dolores llenos de pasión y emoción que se imprimen en los labios y que viajan con uno, por horas y horas, después de que el beso ha cesado.

Y el resultado de esta cópula de primer grado es el aliento conjunto; los suspiros nacidos de la unión y la catarata orgásmica que se derrama en todo el cuerpo despertándolo a la excitación que, como fuego, recorre las venas, desata cálidas humedades y sensibilidades extremas en todo el cuerpo; el cual, acariciado por manos apasionadas que acompañan al beso, provocan esa exhalación convertida en suspiros que, como indicadores de la presión apasionada, desata a las manos y apresta a la piel a ser tomada presa de los alfileres de fina cabeza y por duendes de erótico origen, en caminos a la cópula de segundo grado.

Este es uno de los hechizos del amor. Más allá del extrañamiento y la nostalgia, legítimos pero excesivamente emocionales, la mezcla entre espiritualidad y corporeidad la da el contacto físico aderezado de emociones y sentimientos que lleva a la unión y que matiza todo el tiempo y espacio con su sortilegio vibrante que captura a los cinco sentidos y los dota de una memoria despierta al servicio de la evocación.



miércoles, 26 de septiembre de 2012

Historia visual.


Apuntes para una teoría de la Belleza.


Las modas sociales son parte de la cultura de los pueblos. Representan corrientes de reconocimiento e integración que influyen en distintos ámbitos de la organización social. Desde los usos del lenguaje y los modales, hasta la vestimenta y los hábitos alimenticios, las modas marcan épocas y determinan  parte de la marcha de la humanidad. Los opulentos cuerpos de la posguerra, las largas cabelleras de los 60´s. y el culto al “fitness”, hace 20 años, son algunas de las modas que la sociedad ha adoptado en las últimas cinco décadas.

Actualmente, nos enfrentamos al terrorismo de la delgadez y del acercamiento a la naturaleza luego del terrorismo antinatural, abanderado por la comida chatarra cocinada en microondas. Detrás de todo esto hay una ideología. Nada escapa al movimiento global de la humanidad, ni escapa a los fenómenos políticos. El modelo propuesto de delgadez define el concepto actual de la belleza. Del mismo modo, los eventos que transforman la estructura social transforman la visión de la belleza. Como fenómeno social, la representación de lo bello cambia de acuerdo con los procesos que marcan la historia mundial, traducida en eventos culturales que validan su resultado.

En la sociedad actual, esa validación se efectúa a través de métodos audiovisuales, ya que la imagen populariza la ideología y carga con los prejuicios en uso. Cuando una sociedad quiere imponer un cambio, un modelo de vida a un conjunto de la población, la imagen reina.

La representación de la mujer a través de la historia ha sido siempre un asunto de hombres; se establece la imagen que el hombre define y que se trata, además, de la mujer de la clase dominante. Se hace menos una descripción que un modelo al cual hay que someterse, una especie de arquetipo estético: opulenta o delgada, seguida de una noción ética: bruja o santa; y el canon social: esclava o liberada, y el paradigma vestimentario: oculta o revelada.

Una vez que todo se ha desmoronado: las ideologías, los superhéroes, la lucha de clase, los valores, sólo queda un absoluto colectivo: la belleza. El cuerpo se ha vuelto un templo. Pero la representación de la belleza siempre ha sido coercitiva, una especie de cárcel. En estos términos, la gloria actual resulta superficial y vacía. Las mujeres “bellas” de hoy son huecas y sin personalidad: la imagen de la belleza del nuevo siglo no tiene nada.

¿Cómo soñar si el cine ya no produce mitos?. No importa el vacío sideral de las mujeres bellas de nuestros días, pero gravitan al encuentro de tres valores básicos de la globalidad: Belleza, Dinero, Éxito. El culto narcísico del cuerpo es uno de los rasgos esenciales de la postmodernidad en donde lo importante es parecer y seducir; en lo cual juega un papel trascendente el imaginario masculino. ¿Acaso ese mundo de mujeres bellas, ese pozo de deseos, los salva de su propia realidad?.

Las chicas bellas de hoy no son sólo modelos, se presentan como la punta de la civilización, la quintaesencia de nuestra sociedad de espectáculo y consumo. Frente a la realidad que es la muerte, el sufrimiento y la violencia, las mujeres bellas ocupan el lugar de lo imaginario, el reverso de la moneda. Son serenas, marmóreas; ninguna certeza puede ser contestada en ellas; son la manera fácil de huir de un mundo demasiado agresivo, de olvidar el desempleo, las preocupaciones, el Sida. Son un tipo de opio.

Lo que “fascina” de las mujeres bellas de hoy es el gran dinero que ganan. En estos tiempos de angustia profesional parecen ser un contra modelo; no tienen patrón, no tienen oficina, no tienen obra, parecen tener una formidable libertad. Y dado que el dinero está bien parado en la lista de los ideales colectivos, ¿acaso no es esto el “éxito” de la globalización?. Las mujeres bellas de hoy han guardado el gusto por el dinero, pero nada más. Su tiempo se mide en dólares y en el espacio mediático que ocupan, pero jamás por el nivel de emoción que suscitan en el imaginario; aquí no hay emoción, sino sugerencias absurdas. Dramáticamente, estas mujeres bellas se fabrican en serie y, una vez capturadas, hay que popularizarlas. Todo es falso en este universo pretendidamente artístico, donde hay que seguir las opiniones de otros, que se reproducen “ad infinitum”. Su característica es la finitud, todo se acaba pronto y hay que producir nuevos modelos sin cesar. Hay algo de trágico en ese mundo.

Nuestra civilización ha mantenido una relación muy ambigua con el entorno femenino; esa ambigüedad ha ido dando tumbos en esquemas de valoración, traducidos en modelos de aceptación y preferencia, lo cual aplica en una génesis de la vanidad y el reconocimiento, en ambos sexos, con un resultado que va del maquillaje a los adornos corporales. En la antigüedad, había que pintarse para ser reconocido; el que se quedaba en estado de naturaleza no se distinguía de la bestia. Aquí y hoy, como ayer y allá, hay que pintarse, remodelarse, mutilarse, tatuarse, torturarse; es decir, volverse monstruo para dejar de ser bestia. Los tratos que se infligen las personas, las mutilaciones, tatuajes, liposucciones, etc. son preocupaciones confundidas entre eróticas, fetichistas, estéticas, religiosas, jerárquicas; constituyen una obsesión de nuestros días que genera al cuerpo objeto, al cuerpo rompecabezas. Hay en todo esto como una negación de la muerte que cuestiona la memoria, cuestiona la vida y cuestiona la naturaleza. Es la emoción creada y la emoción negada.

Y sin embargo, al final, más allá de las consideraciones temporales, culturales, estéticas o sensacionalistas, de los rasgos, la complexión y la raza, hay una verdad innegable: No existe fealdad en un rostro cuyos rasgos expresan las posibilidades de la pasión y la imposibilidad de la mentira. Esta es la belleza verdadera y poco tiene que ver con la historia de las modas y sus fundamentos estéticos, ideológicos y comerciales.


martes, 25 de septiembre de 2012

Historia Visual.


Las letras: un regalo de ida y vuelta.


“Desde tierras distantes trajiste este cuaderno y desde tierras cercanas lo empiezo a llenar. Me gusta que las páginas vacías de este cuadernillo extranjero cobren vida con letras dirigidas e inspiradas por ti. Aunque aquí se desata una controversia: Un regalo es algo muy importante. Se regala algo con todo gusto y complacencia para que el beneficiario lo disfrute, lo use, lo incorpore a su actuar y, así, le dé sentido al obsequio. Asimismo, el destinatario se compromete a valorar el regalo, cuidarlo y tenerlo presente, ya sea atesorándolo o usándolo hasta que el regalo cumpla su vida útil. Yo soy partidario de esta última opción. Pero, ¿se debe devolver un regalo o a su vez volverse a regalar permitiéndole circular en un torrente de afectos, el cual es el flujo que inspira y da vida a los regalos?.

Existen muchos puntos de vista al respecto, basados en aspectos morales, educativos y materiales. Pero es aquí donde, en nuestro caso, existe la singularidad: Tú me obsequiaste este adorable cuadernillo y desde que lo ví, lo sopesé entre mis manos, aprecié la textura de sus hojas con las yemas de mis dedos, y observé tu rostro generoso, lleno de afecto y pasión por contribuir con material de escritura para mis ideas; supe que no podía escribir aquí, cualquier cosa. Al paso de los días, al apreciar sus bordes, en sus páginas vacías se acumulaban ya los recuerdos y las resonancias de nuestras charlas; entendí que las letras destinadas a este cuadernillo debían tener un sentido; ese sentido tenías que ser tú.

Lo demás ha sido dictado por mi intuición. Nunca he escrito un diario y tampoco tuve la intención esta vez. El corazón me dictó traer el cuadernillo conmigo todo el tiempo y prolongar en él mi diálogo contigo. ¿Qué escribiría aquí?. Algo muy similar al diálogo con mi conciencia y, tal vez, parecido a lo que plasmo en mi libreta de notas. Pero la libreta es como un careo conmigo mismo y el pensamiento en voz alta, mientras que en este cuaderno mis disertaciones estarán orientadas e inspiradas por ti.

Más allá de “las circunstancias mutuas, los caminos andados y el montón de historia que cada uno de nosotros lleva a sus espaldas”, que consignas en una de tus cartas, influyes y abarcas fibras vitales de mi persona, ocupas un lugar cercano regocijando a mi corazón y vibrando al unísono de mi mente; la encrucijada que nos mantiene unidos es especial y aún tiene mucho que dictar entre nosotros. No le temas, deja que el impulso te atrape y haz tu parte para enriquecer este puente, con los mismos elementos que has puesto para que surja.

Así es que y espero que no te enfades conmigo te regalaré a mi vez este cuadernillo extranjero, pero lleno de mis ideas, visiones y diálogos que mantengo contigo desde donde me encuentro. Este diálogo contigo inicia la vida de estas páginas y me acompaña con toda la intensidad de la memoria de mis sentidos y de mi alma.”