lunes, 18 de junio de 2012

Historia Visual.



El Amor Ideal


Si buscan un gran amor, ¿creen posible encontrar un alma tan hermosa como sus sueños, si sólo sus sueños salen en su búsqueda? ¿Es justo ofrecer más que deseos, votos y sueños sin forma, y exigir, en cambio, palabras precisas y actos decisivos?

No se tiene ninguna probabilidad de encontrar el ideal fuera de uno mismo sino después de haberlo cumplido, hasta donde es posible, dentro de uno mismo. ¿Esperas conocer y retener a una alma leal, profunda, amante, fiel, inagotable; a una alma vasta, viva, espontánea, independiente, valiente, benévola y generosa, si no sabes tan bien como ella lo que son la lealtad, el amor, la fidelidad, el pensamiento, la vida, la espontaneidad, la independencia, el valor, la benevolencia, la generosidad?

Nada más exigente, nada más torpe, nada más ciego como la bondad, la belleza, la perfección moral en estado de deseo. Si quieres hallar el alma ideal empieza por parecerte tú mismo al ideal que buscas. No hay otro medio de obtenerlo. Y es justo que sea siempre así. A medida que su ideal se realice con el contacto de la vida se extenderá, se dulcificará y mejorará. Entonces descubrirán sin trabajo en lo que aman, lo que es verdaderamente hermoso, lo que es sólidamente bueno, lo que es eternamente verdadero en ustedes mismos; porque nada nos advierte tanto el bien que está en torno nuestro, como el bien que está en nuestro corazón.

Entonces, en fin, concederán menos importancia a imperfecciones que no herirán ya en ustedes la vanidad, el egoísmo o la ignorancia; es decir, a imperfecciones que no serán ya semejantes a las suyas; porque el mal que está en nosotros, es el que soporta con menos paciencia el mal que se encuentra en los demás.

Tengamos confianza en el amor, lo mismo que tenemos confianza en la vida. El pensamiento más funesto es el que tiende a desconfiar de la realidad. El amor no destruye en un corazón más que los objetos frágiles, y si lo rompe todo es porque todo era frágil en él. Hay seguramente, en el amor, como en el resto de nuestro destino, muchas casualidades felices o desgraciadas. El amor que resiste a los años está hecho de esos cambios deliciosamente desiguales, y en los cuales lo que se da es lo que se posee por fin, y lo que se recibe, lo que ya no se es el único en poseer.