lunes, 6 de marzo de 2006

LAS ESPINAS DE UNA ROSA
(segunda parte)
Es hermoso poder dialogar y ver la problemática con claridad. La reflexión es para percatarnos de cuál es la situación de la pareja. Independientemente de cuál es “mi” punto de vista, es necesario conocer cuál es el punto de vista de “mi” pareja. Cuando la pareja inicia el proceso de separación y arranca con el diálogo, ese es un primer paso para revisar un intento de reintegración en la pareja. El diálogo va a poner sobre la mesa una problemática; ¿y qué debemos hacer ahora?; observarla simplemente; no juzgarla, no recriminarme nada a mí mismo, no recriminar nada a mi pareja; simplemente ver en qué consiste el problema; aspiramos a la claridad.

Este diálogo me va a permitir pensar en la problemática desde la perspectiva de “mi” pareja. Si se quiere comprender a una persona, se tiene uno que poner en su lugar: ver exactamente cuáles son sus circunstancias, cuáles son sus presiones, sus insatisfacciones, sus demandas, sus expectativas, sus propios conflictos personales; lo que está coloreando la visión de la problemática en la relación de pareja.

Una vez que “yo” he cambiado de silla, y “yo” veo la problemática desde la perspectiva de “mi pareja”, y “mi pareja” ve la problemática desde “mi” propia perspectiva, ambos “estamos” en una mejor disposición para comprender la naturaleza de la problemática. Una vez que la problemática ha sido comprendida, necesitamos plantearnos cuál es la mejor opción ----dado que el problema está ahí, no ganamos nada con lamentarlo---- que podemos adoptar para resolver “nuestro” problema.

Esto es buscar la mejor opción. ¿Qué quiere decir “la mejor opción”?... Dentro de las distintas alternativas que pueden presentarse en la solución de un problema tenemos que buscar la opción que beneficie a los dos. Cuando una pareja en la etapa de la reflexión está buscando en forma egoísta la opción que más le conviene en forma individual, no está resolviendo la problemática de la pareja, está resolviendo su propia probelmática individual; y entonces ¿qué sentido tiene ya esa relación de pareja?.

Tanto el diálogo, que es el primer paso en el intento de resolver un problema, como la reflexión sobre la información que afloró a partir del diálogo ----que es el segundo paso---- se dan desde la perspectiva de la integración de pareja. ¿Cuál es la mejor opción para una pareja?: Aquella que beneficia a los dos integrantes de la pareja; no la opción que “más me beneficia a mí o a tí”, y vamos a estar negociando y presionándonos para ver quién se sale con la suya. Ahí no hay diálogo, ahí no hay reflexión, y ahí no hay vocación de servicio, que es lo que fundamentalmente unifica a la pareja.

Es en el arte de la pareja, el arte del amor objetivo, cuando un hombre hace todo lo posible, todo lo que está en su capacidad, para compartir e integrarse en felicidad con una mujer; y cuando una mujer hace todo lo posible, todo lo que está en la plenitud de su ser para crear, compartir y generar esa felicidad con un hombre. Si hay actitudes egoístas, no tiene ningún sentido plantearse la relación de pareja.

Elegir un proyecto de vida en común, es buscar lo mejor para mi pareja. Si no estoy dispuesto a ofrecer esas condiciones, es mejor vivir solo, no tiene caso comprometerse en una relación de pareja. La reflexión nos lleva a la búsqueda de esta “mejor opción”; tomar las decisiones adecuadas para llegar a “nuestro” destino. La condición insustituible es la plenitud de los individuos para encontrar la plenitud en la pareja; sólo así habrá también plenitud en la familia.

En la vida hay algo que es hermoso: En la vida nunca hay pérdida; todo lo que vivimos es ganancia. Todo lo que vivimos, en su momento, nos ha enriquecido, nos ha esclarecido, nos ha permitido tener un mayor conocimiento tanto de nosotros mismos como de otras personas. De modo que no se debe lamentar el pasado, no se debe tener una actitud de pérdida; lo vivido está vivido y de ahí podemos sacar una fuente de conocimiento y de experiencia extraordinaria. Toda crisis es el anticipo de un crecimiento, de un desarrollo y de una etapa superior de vida.

La única razón de ser de una pareja es el amor. Y la única razón de mantenerse juntos es que “tú” quieres vivir conmigo y “yo” quiero vivir contigo. Vivimos juntos no porque “tengamos” que seguir juntos, sino que “estamos” juntos porque queremos seguir juntos. Cuando una persona no ha descubierto la plenitud de su propio ser, este vacío interno que se tiene se quiere y se intenta llenar con alguien más y entonces se generan relaciones de dependencia.

Esto genera un desamparo interno enorme; y las personas se aferran a lo que pueden para llenar su vacío interno. Hay una gran diferencia entre soledad y desolación. La desolación es querer estar con alguien y no poder, mientras que la soledad es el estado natural del ser humano, es un estado de plenitud.

Si las personas nos tuviéramos plenamente, cada quien a nosotros mismos, nos percataríamos del verdadero sentido del amor. Porque amar es compartir mi felicidad, mi vida con alguien sin necesitarlo, sin depender de él.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por supuesto que es hermoso poder dialogar y ver la problemática con claridad, pero para poder llegar a esto, necesitamos realmente estar dispuestos a escuchar, estar abiertos a aquello que nos van a decir, abrir nuestros sentidos, no pensar de antemano cómo vamos a actuar, estar concientes que quizás escuchemos cosas que no nos van a gustar y a no sentirnos ofendidos.

Una vez que estamos abiertos al dialogo, nos podremos sentar a dialogar y a buscar soluciones a la problemática que se está viviendo en la pareja.

El ego y la soberbia van a ser la primera barrera con la que nos enfrentaremos. En esta época en la que se observa tanta perdida de valores y del verdadero compromiso de pareja, nos encontramos siempre con el egoismo, cuántas y cuántas veces escuchamos "yo lo hago porque tú me hiciste tal o cual cosa", o bien si "tú me hiciste, yo te hago".

Si ya estamos abiertos al diálogo, libres de ego, entonces sí, podremos sentarnos en la otra silla, y comprender el porqué nuestra pareja actuó de tal forma, y podremos comprender las circunstancias que la rodearon para actuar de esa forma, o bien para elegir esa opción.

Creo que el camino para la reflexión, que tú pones como segunda etapa, es mucho más complejo, y exige conciencia y crecimiento personal.

Uno debe crecer en lo individual, para efectivamente poder compartir y crecer con la pareja.

Se debe de estar conciente que la vida en pareja, requiere un trabajo continuo de entrega, paciencia, generosidad y tolerancia, y saber q si se decide hacer una vida en común, no sólo será de alegría habrá que compartir muchas otras cosas.