lunes, 29 de octubre de 2012

Historia visual.


Al amparo de la Naturaleza - (anotaciones de un paseo por el campo)


El ser humano puede vivir en la sombra, pero allí pierde a la larga su sonrisa y la enérgica confianza de sí mismo. Por eso, es mejor vivir al amparo de la naturaleza, en el mayor contacto posible con el planeta. El cielo abre sus perspectivas hasta los límites del horizonte azul, hasta las extremas latitudes en donde se extienden la gloria y la bondad de Dios; y todas las flores abandonan los jardines, las rocas y los llanos para precipitarse en el torrente de alegría que las atrae en el espacio.

Las manzanillas se vuelven locas y tienden durante seis semanas, a ser invisibles prometidas de los enormes ramos redondos como broqueles de nieve radiante. La escarlata y la tumultuaria bugambilia cubren las ventanas de las casas semejando un alineamiento de llamas. Las rosas amarillas tapizan las colinas de velo azafranado; las rosas encarnadas, la bella rosa inocente de los primeros pudores, inundan los valles, como si los divinos lampos de la aurora, en donde se elabora la carne ideal de las mujeres y de los ángeles se hubieran desbordado por el mundo. Otras asaltan los árboles, escalan los pilares, las columnas, las fachadas, los pórticos; se lanzan y retumban, se despiertan y precipitan multiplicándose; se agrupan y suponen como racimos embriagantes que fermentan silenciosos entre pétalos apasionados.

Perfumes innumerables, diversos e intensos, circulan en un mar de alegría como las ondas que jamás se confunden y que por eso pueden reconocérselas en cada inspiración de sus movimientos. He aquí un torrente verde y fresco de geranios, la fuga de clavos y alelíes; el río torrencial de la clara y leal alhucema y el espliego; y por último, ese mantel que cae en forma de cascada hirviente de los azahares, cuya fragancia trasciende a inocencia, a timidez y a juramentos cumplidos, de que el verde intenso en que se sumerge la campiña forma el fondo más hermoso.

No creo que haya cosa más bella en el mundo que esos jardines y vallados de la Provenza marítima durante las seis o siete semanas en que se aleja la primavera y al hacerlo mezcla aún sus perfumes con los primeros ardores del estío que llega. Lo que da a esa milagrosa alegría un tinte melancólico que no se podría hallar en otra parte, es la soledad ascética y casi dolorosa en que ella se descoge. Hay, allá en el desierto, en el silencio y más bien en el vacío, emparrados en las terrazas de los pórticos de las mil millas abandonadas, una emulación de la belleza, que llega hasta el sufrimiento agudo del dolor, hasta el impulso de todas las fuerzas, de todas, las formas y de todos los colores.

Hay también, una especie de prodigiosa palabra de orden, como si todas las energías de la gracia y el esplendor que envuelven a la naturaleza, se hubieran coaligado para dar en un mismo instante a un testigo que no conocen los humanos, una prueba, única y decisiva, de la beatitud y las magnificencias de la tierra.  Hay, por último, una especie de espera inaudita, solemne y tediosa que, por encima de las cercas, tapias y muros, acecha la llegada de un gran Dios; un silencio de éxtasis que exige una presencia sobrenatural, una impaciencia exasperada e insensata que por todas partes se esparce por las rutas por donde no pasa más que el cortejo mudo y transparente de las horas.

Cuántas bellezas se pierden en este mundo. Veamos de qué hemos de nutrir nuestros ojos hasta la tumba. Veamos cómo cosechar los recuerdos que sostendrán nuestras almas hasta su última morada. Veamos cómo nutrir a los millares de corazones con el supremo alimento de la vida.

En el fondo, cuando soñamos, todo lo que hay de mejor en este mundo que encierra nuestro pecho, todo lo que hay de puro, de dichoso y de límpido en nuestra inteligencia y en nuestros sentimientos, toma su origen en algunos espectáculos hermosos. Si no hubiéramos visto nunca cosas bellas, no tendríamos más que pobres y siniestras imágenes para adornar nuestras ideas que perecerían de frío y de miseria, como las de los ciegos. La gran ruta que emerge desde todos los planos de la vida hasta las diafanías de la conciencia humana, sería tan vaga, tan desnuda y tan desierta, que nuestros pensamientos perderían muy pronto la fuerza y el brío que les son necesarios; porque en donde no imperan los pensamientos no tardan en aparecer las espinas y el abrojo horroroso del bosque bárbaro. Un bello espectáculo que pudiéramos haber visto, que nos perteneciera, que pareciera llamarnos y del que hubiéramos huido, no se reemplaza nunca; porque nada crece en donde nada se siembra, y deja en nuestra alma un gran círculo estéril en donde sólo hallaríamos espinas el día en que quisiéramos cosechar rosas.

Nuestros pensamientos y nuestras acciones impulsan sus energías y sus formas hacia lo que habíamos contemplado. Entre el gesto heroico, y el deber cumplido; el sacrificio noblemente ofrecido y el bello paisaje alguna vez contemplado, hay a menudo lazos muy estrechos y vívidos, tanto o más, que los retenidos por nuestra memoria. Y, por tanto, cuantas más bellezas contemplamos, más aptos estaremos para hacer cosas buenas, lo cual quiere decir, que para la prosperidad de nuestra vida interior, se necesita un conjunto armonioso de admirables despojos.



domingo, 28 de octubre de 2012

Historia visual


El Sentimiento.


¿Qué es el sentimiento?. Es el vínculo de la vida de la sociedad, del amor, de la amistad. Es el que une el hijo a la madre, el ciudadano a la patria. Es, sobre todo, poderoso en el ser unido a la naturaleza. La disipación, los placeres de los sentidos, embotan la delicadeza; pero en el infortunio, el ser humano vuelve a encontrarlo siempre: este agente consolador no nos abandona enteramente más que con la vida.

¿No queda claro todavía?. Sube a cualquier montaña que encuentres a tu paso, observa al sol elevándose gradualmente, llevando el consuelo y la esperanza a los pobladores de los campos. Que el primer rayo que lance sea recogido por tu corazón. Recuerda bien las sensaciones que sientas. Luego, desciende a la orilla del mar; observa al mismo sol en su caída, precipitarse con majestad en el seno del infinito: la melancolía te dominará y te podrás abandonar a ella. Nada se resiste a la melancolía de la naturaleza. Extravíate en el campo, refúgiate en la modesta cabaña del pastor; pasa ahí la noche, descansando sobre pieles curtidas, el fuego a tus pies. ¡Qué momentos!. Llega la media noche; los animales de los alrededores salen para pacer; su balido se confunde con la voz de sus pastores: es media noche, no lo olvides. ¡Qué momentos para entrar en el propio ser interior y meditar sobre el origen de la naturaleza, gustando las delicias más exquisitas!.

No es absolutamente humano quien no haya gustado la dulzura, la melancolía, los estremecimientos que inspiran la mayor parte de las vivencias. Pero muchos se quejan de la naturaleza y aún se preguntan por qué han nacido. Sufren con impaciencia males pasajeros, y corren con furor tras los vacíos de la vanidad, de las riquezas. El ser humano considera hermoso rodearse de todos los bienes de la fortuna; desde que sus sentimientos huyen de su corazón, el aburrimiento se apodera de él; la tristeza, la negra melancolía, la desesperación, se suceden, y si este estado perdura, llega la muerte.

Por el sentimiento, gozamos de nosotros mismos, de la naturaleza, de la patria, de los semejantes que nos rodean. Nos hace conmovernos ante el aspecto de las diversas alternativas de la vida. Si el sentimiento nos transforma en amigos de lo bello, de lo justo, nos subleva asimismo contra el opresor y el miserable. ¿Algo o alguien te inspira respeto, confianza?. Son el respeto y la confianza del sentimiento.

Puesto que para ser feliz es preciso sentir; puesto que el sentimiento es la conmoción que nos afecta tan deliciosamente ante las perspectivas variadas de la naturaleza; puesto que el sentimiento nos une al país, nos inspira el amor, la amistad, la gratitud; puesto que es el vínculo que une al ser humano a la inteligencia superior, al individuo a la sociedad, el humano al humano; en consecuencia, por él y para él vivimos. Por tanto, se debe buscar, sobre todo, desarrollarlo, hacerlo crecer según el impulso del bien natural. Evitarás los obstáculos de toda especie que lo apagan o destruyen y hacen del individuo un ser ficticio, secundario, instrumento de otro, y, desde entonces, de su desgracia.

Pero ¿qué sentimientos se le deben inspirar?. Los de la naturaleza. Una mujer es necesaria en la condición de la organización animal de la especie; pero lo es mucho más para el complemento y la satisfacción del sentimiento. Es la compañía de la naturaleza, hecha expresamente, modificada expresamente; que la reciba, por lo tanto, como tal y que, identificándola con su ser, llegue a serle inseparable. Que su corazón se expanda en su otro yo. Cuanto más fuertes sean contra los deseos desordenados, uno y otra serán más sensibles a los encantos de la vida. La dulzura de la unión corregirá las severidades de la quimera, hará más tierna la melancolía, los goces más variados, el sentimiento más abundante y más fértil aún.

Pero actualmente, la imaginación desordenada es la causa y la fuente de todos los males de la especie humana. El individuo desdichado y caprichoso no puede ser bueno. ¿Sabes a dónde conduce la rebelión contra los decretos de la naturaleza?. Al desorden más horrible, a la disipación reflexiva, algunas veces a la hipocresía más odiosa. La inquietud, el disgusto, la enfermedad, la muerte desoladora de la soledad, son la herencia de quien no se desarrolla con el ritmo de la naturaleza, dado que viola las leyes primordiales. Nacemos desiguales en medios, sin duda, pero iguales en derechos. Si adoptas cualquier otro principio verás destruirse la planta humana, languidecer en la angustia y no tener de la naturaleza más que el rostro.

Es preciso hablar al sentimiento su lenguaje. Sin fuerza, sin energía, no hay virtud ni felicidad. La música nace con el ser humano y, como la mayor parte de las artes, se perfecciona con la sociedad, se corrompe con ella, se regenera con ella; la música es a la vez un beneficio del sentimiento, como un medio para regirlo. A toda edad, en todas las situaciones, aún entre los animales, la música consuela, regocija, conmueve agradablemente.

El sembrador une su voz rústica al silbido del pájaro pequeño, su alma se expande, sea que él cante sus amores, sus deseos o sus desgracias, su trabajo, y con ello el fardo de sus penas se encuentra aligerado. No debemos, por tanto, proscribir a la música, esta tierna compañera del ser humano emocionado, esta inspiradora del sentimiento. Que aumente ella aún el número de sus goces y que, saboreando a pequeños sorbos todos los encantos de la melodía, el individuo se convenza más íntimamente de las delicias del sentimiento, de la felicidad de la vida campestre, de la inocencia de la primera edad.

Si las naciones tienen el sentimiento depravado, todos los absurdos encuentran crédito, todos los crímenes encuentran defensores. Religión, legislación, moral, derechos, todo es un caos. Que todas nuestras instituciones no tiendan sino a depurar de toda introducción extraña a este sentimiento de la conciencia, y él sabrá conducir a los individuos a la virtud y a la felicidad. Nada de código moral, nada de catecismo de probidad; no son más que palabras que es preciso enseñar a los pueblos; el sentimiento natural es el que hay que impedir que se corrompa.



Historia Visual.


El Beso: una cópula de primer grado.


Los besos... Un beso es un impulso del amor, una señal de cariño, de amistad y de respeto; la caricia suave y cálida que representa el roce de los labios. La unión de las bocas atomiza toda la comunión que enriquece a dos vidas y que enriquece a la experiencia. ¿Te has puesto a evaluar de qué modo la emoción, la ilusión y la energía, nacidas de la unión, enriquecen e influyen a diario, aún a las realidades que, en teoría, deberían contradecir?. Esto sólo es posible porque entre dos personas existe el amor, cuando avanzan cada día, en comunión, y la marca de ese paso se convierte en indeleble en el alma, y vibra por la intensidad y la grandeza de los besos.

¿Cuánto no se puede escribir acerca de los besos y su mágico efecto?. Te lo había dicho ya: La cópula comienza en los besos. El impulso amoroso focaliza la fuerza del instinto en la boca. El roce de los labios representa la primera de las caricias que contiene a la piel, la tersura de la mucosa labial y el primer paso hacia las entrañas del ser amado. De qué manera trastorna a los sentidos en un goce infinito la suavidad, la calidez y la humedad que une a dos torrentes conectados por la pasión y dirigidos por el amor y el cariño.

Y comienza la cópula de primer grado, fabulosa, emocionante y cada vez más intensa. Como toda cópula, la unión y el intercambio se complementan con la proximidad exigente, las caricias desatadoras de sensaciones, los abrazos que pretenden la ocupación de un mismo espacio y el roce de los rostros que desata con su calidez a los aromas que crean una atmósfera de amor cada vez más demandante. La intensidad crece y la unión bucal se intensifica: las mandíbulas fervientes establecen un ritmo lleno de sincronía con los labios hechizados de avidez y con la sensibilidad multiplicada que sirve de motor a la cálida humedad en la que viaja el aliento.

Piel, labios, lengua, encías, paladar, saliva; todos ellos buscan a su pareja en la boca del otro. Y hasta los dientes participan con gran emoción que de manera sutil también acarician, con su naturaleza, a los labios intensos y apasionados del amante, a veces provocando heridas gozosas y dolores llenos de pasión y emoción que se imprimen en los labios y que viajan con uno, por horas y horas, después de que el beso ha cesado.

Y el resultado de esta cópula de primer grado es el aliento conjunto; los suspiros nacidos de la unión y la catarata orgásmica que se derrama en todo el cuerpo despertándolo a la excitación que, como fuego, recorre las venas, desata cálidas humedades y sensibilidades extremas en todo el cuerpo; el cual, acariciado por manos apasionadas que acompañan al beso, provocan esa exhalación convertida en suspiros que, como indicadores de la presión apasionada, desata a las manos y apresta a la piel a ser tomada presa de los alfileres de fina cabeza y por duendes de erótico origen, en caminos a la cópula de segundo grado.

Este es uno de los hechizos del amor. Más allá del extrañamiento y la nostalgia, legítimos pero excesivamente emocionales, la mezcla entre espiritualidad y corporeidad la da el contacto físico aderezado de emociones y sentimientos que lleva a la unión y que matiza todo el tiempo y espacio con su sortilegio vibrante que captura a los cinco sentidos y los dota de una memoria despierta al servicio de la evocación.