viernes, 20 de julio de 2012

Las posesiones del Amor.


Hay a veces destinos tan completamente felices; pero si toda persona tiene más o menos el derecho de esperar uno semejante, haría mal en aprisionar su vida en esa esperanza. No puede más que prepararse para ser digno un día de un amor de tal género, y a medida que se prepare, su espera se hará más paciente.

¿No serías tú quien habría traído lo mejor que hubiera habido en el amor que echas de menos?. El alma no posee al fin más que lo que puede dar,  ¿no es ya poseer un poco acechar incesantemente la oportunidad de dar?. No, no hay, creo yo, en esta tierra, felicidad más deseable que un admirable y largo amor; pero si no lo encuentras, lo que hiciste para ser digno de él, no se perderá para la paz de tu corazón, para la tranquilidad más valerosa y más pura de tu vida.

Siempre se puede amar. Ama admirablemente por tu cuenta y tendrás casi todos los goces de un amor admirable. Aún en el amor más perfecto, la felicidad de los dos amantes más unidos no es exactamente la misma, y, con toda certeza, el más bueno, será el que ame mejor, y el que ame mejor será el más feliz. No es tanto por la felicidad del otro sino por nuestra propia felicidad, que debemos hacernos dignos del amor.

No se imaginen que en las horas desgraciadas de un amor desigual, sea el más justo, el más sabio, el más generoso, el más noblemente apasionado quien sufra más. Casi nunca es el más bueno la víctima a la que hay que compadecer. No se es víctima del todo sino cuando se es víctima de las propias faltas, de los propios errores, de las propias injusticias. Por imperfectos que seamos, podemos bastar al amor de un ser maravilloso, pero el ser maravilloso no bastará a nuestro amor si no somos perfectos.

La vida puede traer hasta nosotros al gran amor, a una persona adornada con todos los dones de la inteligencia y del corazón, no nos daremos cuenta si no hemos aprendido a conocer y a amar esos dones en la vida real, y ¿qué es, después de todo, la vida real para cualquier persona, sino su propia vida?. Nuestra lealtad es la que florecerá en la lealtad de la amante; nuestra verdad es la que se apaciguará en su verdad y la fuerza de nuestro carácter será la que disfrute de la fuerza que se encuentra en el suyo. Pero una virtud del ser amado que no encuentre, en la entrada de nuestro corazón, una virtud que se le parezca un poco, no sabe a qué manos confiar la alegría de que es portadora.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Me llena de emoción y nostalgia; emoción al saber que no voy sola, nostalgia al encarar que voy más sola de lo que pensaba.... tus letras Fer, son como notas en una partitura que espero muchos ciomprendan.