Principios importantes para enriquecer la vida. 3/3
Afrontar los problemas con decisión: Dada la cantidad de problemas prácticos que nos vemos obligados a resolver en el transcurso de la vida, no es posible acertar siempre, ni dar siempre el paso más provechoso para nosotros. Pero si sabemos actuar aplicando los principios y auxilios de los mecanismos para mantener el equilibrio emotivo, los errores que podamos cometer no serán de mucho peso, ni tendrán demasiada importancia. Es mejor aceptar desde el principio que uno pueda cometer algunos errores, que no volver a revolver sin cesar cada pequeño problema en la mente. Un excesivo examen de los conflictos suscita una actitud aprensiva que desencadena, forzosamente, alguna enfermedad de origen emotivo. De entre el número total de decisiones que hemos de tomar, sólo un porcentaje muy pequeño mejorará a consecuencia de un estudio y una consideración sostenidos y prolongados. Por eso conviene seguir la norma de tomar las decisiones sin tirarse demasiado de los cabellos, sin exhalar grandes suspiros, sin demasiados aspavientos. Decidamos lo que debemos hacer respecto a un problema determinado y luego dejemos de pensar en él. Cada vez que enfrenten un problema decidan lo que han de hacer al respecto y oblíguense a dejar de pensar en ello. Lo que causa muchos malestares es pensar una y otra vez, inútil e incesantemente, en el mismo problema, aún después de saber las medidas que se tomarán. Hay casos en los que, simplemente, no se puede tomar una decisión. Podemos enfrentar un conflicto muy grave, para el cual no se ve una solución posible. Para esta clase de problemas no hay otra solución que convencernos de que debemos dejar de pensar en ellos. Cuando un problema es indisoluble no sirve de nada malgastar pesares ni pensamientos ocupándose de él. Nuestros esfuerzos, dirigidos en un nuevo sentido serán más provechosos.
Hacer del momento presente un triunfo emotivo: Para librarse de los hábitos emotivos negativos es conveniente adoptar un procedimiento sencillo. Reducirlo a los términos de un común denominador: mantener su pensamiento y su actitud, tranquilos y contentos, como sea posible, desde este mismo instante. El único momento en que vivimos es el momento presente. Es el único tiempo en el que hemos de ser siempre felices. Hay personas que viven esperando algo en el futuro, perdiendo por completo el único bien que poseen, que es el momento presente.
Hacer planes para el futuro, pero no ensimismarse en ellos: Naturalmente, debemos trazar planes para el futuro, pero no debemos pasar el momento presente pensando continuamente en ellos. Si bien trazar planes para el futuro es una previsión necesaria, pensar continuamente en lo que ha de venir acarrea miedo, inquietud y aprensión. Es absurdo preocuparse constantemente por lo que el futuro puede traer; preocupándonos por le futuro no lo alteraremos demasiado. La mayor parte de nuestras preocupaciones en este sentido son intereses que pagamos antes de tiempo por cosas que jamás poseeremos. La mejor manera de asegurarnos un futuro satisfactorio consiste en gobernar con acierto la hora presente, esforzarnos en vivir bien ahora, en trabajar bien, pensar bien, gozar debidamente y ayudar a nuestros semejantes. Desde este mismo instante, sí, desde este mismo momento. El futuro se presentará tan bueno como el presente si dirigimos acertadamente el momento presente.
Proyectar siempre algo: Todos sentimos la necesidad básica de vivir nuevas experiencias. Sin ellas, la vida se hunde en una monotonía rutinaria interminable. La espera de una experiencia nueva que está por llegar anima al momento presente, por lo que debemos proyectar siempre alguna. Puede tratarse nada más de un día de vacaciones, de emplear la mañana o la tarde de un domingo en algo agradable, o sencillamente, de comprar que nos hace falta. No es preciso elaborar proyectos complicados, excepto en raras ocasiones. Lo importante es procurarnos, para el futuro inmediato, experiencias nuevas. Beneficia tanto el hecho de proyectar algo, puesto que nos proporciona la clase de emociones conveniente, como la experiencia en sí.
No dejar que los asuntos enojosos nos hagan perder el control: Casi en todo momento surgen preocupaciones y motivos de irritación que se apoderarán de nosotros si se los permitimos. Siempre que nos enfrentemos con una irritación que llame a la puerta pretendiendo meterse en nuestro interior, hay que probar la estrategia de formar un “círculo mágico” con el índice y el pulgar, y, sosteniéndolo delante de nosotros, decir: “No lo necesito. No le permito la entrada”. Un poco de práctica con este círculo mágico y no tardaremos en alejar de nosotros muchos de los motivos de irritación que se nos presenten.
La mejor cualidad de los seres humanos es la capacidad de aprender siempre algo nuevo, en cuanto comprendemos que es necesario saberlo.