El Valor, fundamento del Amor
Sea cual sea tu destino sentimental, no pierdas el valor. Sobre todo, no vayas a creer que no habiendo conocido la felicidad del amor, ignoras por completo la gran felicidad de la existencia humana. Así tome la felicidad la forma de un río, de un arroyo subterráneo, de un torrente o de un lago, no tiene más que una sola fuente en los lugares secretos de nuestro corazón, y el más desdichado de los hombres puede formarse una idea de la más grande de las felicidades.
Hay en el amor una embriaguez, pero esa embriaguez no dejaría, en el fondo de un corazón grave y sincero, más que una gran melancolía, si no se encontrara en el amor verdadero, algo más seguro, más profundo, más inconmovible que la embriaguez; y lo más seguro, lo más profundo, lo más inconmovible que hay en el amor, es también lo más seguro, lo más profundo, lo más inconmovible que hay en una noble vida.
El menos favorecido de nosotros puede ser justo, leal, dulce, fraternal, generoso; el menos bien dotado puede acostumbrarse a mirar en torno suyo sin malevolencia, sin envidia, sin rencor, sin tristeza inútil; el más desheredado puede tomar no sé qué silenciosa parte, que no es siempre la menos buena, en la alegría de aquellos que lo rodean; el menos hábil puede saber hasta qué punto perdona una ofensa, disculpa un error, admira una palabra y una acción humanas; y el menos amado puede amar y respetar el amor.
Obrando así se inclina sobre la fuente ante la que van los felices a agacharse también en las horas ardientes de la felicidad. Muy en el fondo de las felicidades del amor, como en el fondo de la humilde vida del justo a quien el azar no ha querido sonreír, sólo son inalterables e inmóviles la justicia, la confianza, la benevolencia, la sinceridad, la generosidad. El amor da un poco más de brillo a esos puntos luminosos; y por eso es que hay que buscar el amor. La mayor ventaja del amor es que abre nuestros ojos para ciertas verdades pacíficas y dulces.
La mayor ventaja del amor es que nos da la oportunidad de amar y de admirar, en un objeto único, lo que no habríamos tenido ni la idea ni la fuerza de amar o de admirar en mil objetos diversos; es que así nos ensancha el corazón para lo porvenir. Pero en la base del amor más maravilloso, no hay más que una felicidad muy simple, una ternura y una adoración muy comprensibles, una confianza, una seguridad y una sinceridad muy accesibles, una admiración y un abandono muy humanos que, de la mano de la buena voluntad, todos podemos cultivar con un poco menos de amargura, un poco menos de impaciencia, un poco más de iniciativa, un poco más de energía.
Sea cual sea tu destino sentimental, no pierdas el valor. Sobre todo, no vayas a creer que no habiendo conocido la felicidad del amor, ignoras por completo la gran felicidad de la existencia humana. Así tome la felicidad la forma de un río, de un arroyo subterráneo, de un torrente o de un lago, no tiene más que una sola fuente en los lugares secretos de nuestro corazón, y el más desdichado de los hombres puede formarse una idea de la más grande de las felicidades.
Hay en el amor una embriaguez, pero esa embriaguez no dejaría, en el fondo de un corazón grave y sincero, más que una gran melancolía, si no se encontrara en el amor verdadero, algo más seguro, más profundo, más inconmovible que la embriaguez; y lo más seguro, lo más profundo, lo más inconmovible que hay en el amor, es también lo más seguro, lo más profundo, lo más inconmovible que hay en una noble vida.
El menos favorecido de nosotros puede ser justo, leal, dulce, fraternal, generoso; el menos bien dotado puede acostumbrarse a mirar en torno suyo sin malevolencia, sin envidia, sin rencor, sin tristeza inútil; el más desheredado puede tomar no sé qué silenciosa parte, que no es siempre la menos buena, en la alegría de aquellos que lo rodean; el menos hábil puede saber hasta qué punto perdona una ofensa, disculpa un error, admira una palabra y una acción humanas; y el menos amado puede amar y respetar el amor.
Obrando así se inclina sobre la fuente ante la que van los felices a agacharse también en las horas ardientes de la felicidad. Muy en el fondo de las felicidades del amor, como en el fondo de la humilde vida del justo a quien el azar no ha querido sonreír, sólo son inalterables e inmóviles la justicia, la confianza, la benevolencia, la sinceridad, la generosidad. El amor da un poco más de brillo a esos puntos luminosos; y por eso es que hay que buscar el amor. La mayor ventaja del amor es que abre nuestros ojos para ciertas verdades pacíficas y dulces.
La mayor ventaja del amor es que nos da la oportunidad de amar y de admirar, en un objeto único, lo que no habríamos tenido ni la idea ni la fuerza de amar o de admirar en mil objetos diversos; es que así nos ensancha el corazón para lo porvenir. Pero en la base del amor más maravilloso, no hay más que una felicidad muy simple, una ternura y una adoración muy comprensibles, una confianza, una seguridad y una sinceridad muy accesibles, una admiración y un abandono muy humanos que, de la mano de la buena voluntad, todos podemos cultivar con un poco menos de amargura, un poco menos de impaciencia, un poco más de iniciativa, un poco más de energía.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario